/ Financiamiento 2.0. Columna de Rodrigo Velasco Alessandri en Pulso
21 de Junio, 2012Al intercambio de archivos, la filtración de datos y el movimiento ciudadano, se suma otra polémica en la era de la llamada web 2.0: las redes sociales como nueva fuente de financiamiento para emprendedores, organizaciones y personas.
Al intercambio de archivos, la filtración de datos y el movimiento ciudadano, se suma otra polémica en la era de la llamada web 2.0: las redes sociales como nueva fuente de financiamiento para emprendedores, organizaciones y personas. Si levantar capital para un proyecto o refinanciar una deuda estaba limitado al mercado bancario (en ausencia de inversionistas, amigos o parientes), hoy la web ofrece alternativas de insospechados alcances. El llamado crowdfunding o “micro financiación colectiva”, permite financiar proyectos mediante donaciones e inversiones individuales online. Aportar un dólar, como quien hace clic en el botón “me gusta”, ha generado impresionantes resultados: desde 2009 el sitio Kickstarter.com ha financiado 24 mil emprendimientos de toda índole, con fondos aportados por más de 2 millones de usuarios. Plataformas como Goteo.org permiten, además, sumar recursos en forma de trabajo o colaboraciones voluntarias: crowdsourcing, en jerga digital. El P2P Lending, por su parte, fomenta los préstamos directos entre miembros de una red social. Aun ante fuertes críticas al modelo de desintermediación de créditos, sitios como Prosper o Zopa han tenido un crecimiento importante en EEUU y Europa a partir de las crisis económicas, convocando usuarios que desean acceder a préstamos personales para consolidar sus deudas. El reciente lanzamiento de Cumplo.cl, la plataforma local de los creadores de Start-Up Chile, tampoco ha estado exento de avatares: la Superintendencia denunció hace unos días que la operativa del sitio podría infringir la ley de bancos. Cumplo.cl ha aclarado que suprimió las “cuentas virtuales” -que ya habían motivado un requerimiento de la autoridad al portal MisCuentas.com-, y que se limitaría a facilitar la interacción entre particulares. Lo cierto es que el caso sentará las bases para el funcionamiento de este tipo de plataformas en Chile. Es de esperar que prime la interpretación racional de los principios legales aplicados al mundo digital, en línea con la tendencia global, por sobre la tentación de tener regulaciones propias, que en otras materias no han conducido precisamente a normativas eficientes para Internet.