/ Carta de Arturo Alessandri Besa en El Mercurio: Propiedad Intelectual
2 de Mayo, 2010Señor Director:
Con motivo del Día Mundial de la Propiedad Intelectual, celebrado el pasado lunes 26 de abril, tanto en sus aspectos de propiedad industrial como del derecho de autor, conviene recordar la permanente e histórica preocupación que nuestro país ha demostrado por la protección de tales derechos.
Ya la Constitución de 1833 señalaba que todo autor o inventor tendrá la propiedad exclusiva de su descubrimiento o producción por el tiempo que le considere la ley, lo que motivó la Ley de Propiedad Literaria, publicada en el diario “El Araucano” el 24 de julio de 1834, que se refería precisamente al derecho de autor.
El actual período normativo se caracteriza por el advenimiento de una legislación moderna que ha evolucionado internamente. Este período comienza en 1991 con la dictación de la ley que mejoró sustancialmente la protección de los derechos de propiedad industrial. En 1994 se dictó la normativa sobre variedades vegetales, que reunió diversas disposiciones existentes a la fecha y permitió la adhesión de Chile, a partir de 1996, al Acta de 1978 de Unión Internacional para la Protección de las Obtenciones Vegetales (UPOV 1). En ambos proyectos, el suscrito tuvo una activa participación como senador de la República, siendo el de variedades vegetales de su iniciativa.
Además del Convenio de París y ADPIC (Acuerdo sobre los Aspectos de Propiedad Intelectual relacionados con el Comercio), en los últimos años Chile ha suscrito numerosos tratados de libre comercio. En la mayoría de dichos acuerdos, las partes se han obligado a cumplir con los estándares impuestos por ADPIC. En lo inmediato, destacan la creación del Instituto Nacional de Propiedad Industrial en enero de 2009, la entrada en vigor del Tratado de Cooperación en materia de Patentes (PCT) en junio de 2009 y la reciente ley de Propiedad Intelectual, en vías de promulgación.
Esta profusión de disposiciones legales demuestra el interés que tiene Chile en proteger las creaciones del espíritu y del ingenio. Las críticas que se le formulan a nuestro país dicen relación más bien con la aplicación de estas disposiciones, especialmente en lo que a las sanciones se refiere. No deja de ser efectivo, sin embargo, que en materia de productos farmacéuticos no exista la debida correlación entre el Instituto Nacional de Propiedad Industrial, que otorga las patentes, y los servicios de salud, que conceden la autorización para comercializar un fármaco específico.
Mi larga trayectoria en esta materia comenzó en 1943 con el registro de marcas comerciales. Hoy, el desarrollo de la técnica y de la imaginación humana no tiene límites y es estimulante ver que los países están preocupados de esta materia, ya que entienden que gran parte de su economía está basada en las creaciones individuales, sean intelectuales, sean industriales, para procurar una mejor y más agradable forma de vida.
Arturo Alessandri Besa
Abogado