“Tenía un buen trabajo, que desarrollaba en mi casa, ganaba plata, era la esposa ideal. Vivía en Vitacura, mis niños iban a un colegio privado, lleno de prejuicios y reglas, hasta que, de repente, bajo a General Velásquez, a la Estación Central, y descubro la vida de verdad. Y me enamoro hasta las patas de los viejos y me quiero venir a vivir aquí”. Maite Zubia
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