Los impuestos afectan los intereses económicos de las personas, disminuyendo su patrimonio, sin que aparezcan compensadas con un beneficio directo. Existe, entonces, una reacción instintiva de evitarlos o eludirlos. Pero, ¿es lo mismo cometer un delito tributario o un fraude tributario, que simplemente evitar o eludir un impuesto? ¿Es reprochable que una persona organice sus negocios o asuntos de una manera tal que pague la menor cantidad de impuesto posible, sin infringir la ley?
El delito tributario y el fraude tributario son nocivos para la sociedad, éticamente reprochables y castigados con severas sanciones. El primero consiste en una violación dolosa de una norma tributaria, como la presentación de declaraciones de impuestos maliciosamente incompletas o falsas, la omisión de información en la contabilidad, la adulteración de balances o el uso de otros procedimientos encaminados a burlar el impuesto. En un lenguaje común, el segundo suele asociarse a la utilización del engaño para obtener una ventaja tributaria, como maniobras para aumentar artificialmente el verdadero monto de los créditos o imputaciones a que tiene derecho, o la obtención de devoluciones de impuesto mediante la simulación de operaciones inexistentes.Una situación de menor gravedad es la evasión tributaria, en que el contribuyente deja de pagar un impuesto o reduce su monto, utilizando procedimientos no aceptados por la ley. En este caso, no existe un delito, pero la conducta es igualmente contraria a la ley.
La evasión tributaria no debe confundirse con la elusión tributaria, puesto que en esta última el contribuyente evita un impuesto o reduce su monto, usando medios permitidos por la ley. Una figura cercana a ella es la planificación tributaria, que busca organizar los negocios o asuntos de una persona para pagar la menor cantidad de impuesto posible, conforme a la ley. La planificación tributaria supone elegir entre varias alternativas lícitas para estructurar una operación, combinarlas con ingenio o, incluso, dejar de realizar un negocio, con el fin de obtener un ahorro tributario. |
Taxes affect the economic interests of people, reducing their wealth without a clear and direct benefit. Therefore, there is an instinctive reaction to prevent or avoid them. But, is it the same to commit a tax fraud or crime or to simply prevent and avoid a tax? Is it reproachable for an individual to organize its business or affairs in order to pay the least possible taxes, while not infringing the law?
Tax crimes and tax frauds damage our society; they are ethically censurable and punished with severe penalties. The first consist of a willful violation of a tax rule, such as the filing of maliciously incomplete or false tax returns, the omission of information in accounting books, the doctoring of balance sheets, or the use of other procedures to dodge the tax. On the other hand, in plain language, tax frauds are sometimes associated with the use of deceit in order to obtain a tax advantage, such as schemes to artificially increase the true amount of lawful tax credits or compensations, or to obtain tax refunds with the simulation of inexistent operations.Tax evasion is a less serious situation, where a taxpayer does not pay a tax or reduces its amount using procedures contrary to the law. This conduct is not a crime but it is also illegal.
Tax evasion must not be confused with tax avoidance, because the latter avoids a tax or reduces its amount using lawful means. Tax planning is similar to tax avoidance and seeks to organize the business or affairs of a person to pay the least possible tax amount, in accordance with the law. Tax planning involves a choice among diverse legal alternatives to structure an operation, or a skilful combination of them, or even not to engage in a given business operation, in order to obtain tax savings. |